La tensión entre la “cultura de elite” y “cultura popular” no es nueva. Está presente desde el origen de la disputa entre dos modelos de país y –por lo tanto– dos modelos de gestión cultural. El modelo de las clases dominantes enfrentado al modelo de poder popular.
Por Claudio Corriés
Secretario de Cultura
Consejo Directivo Nacional de SADOP
A Gastón Barral, in memoriam
“Civilizados o bárbaros” fue el inicio de un proceso de autodenigración de lo propio en beneficio de lo ajeno. Siempre lo “civilizado” es lo que viene de afuera. Siempre lo “bárbaro” es lo propio, lo inculto, lo que hay que civilizar.
La primera dominación es la del lenguaje, y los sectores del poder cultural han sabido imponer ciertas palabras para establecer la línea divisoria entre lo “culto” y lo “inculto”.
En el lenguaje cotidiano, “culto” es una persona que “sabe” de arte en todas sus expresiones, con un perfil supuestamente serio, un escalón más arriba de “la plebe”. Una persona que mira lo que pasa desde afuera, y que, disfrazado de objetividad, desprecia lo que sucede adentro. Así, toda expresión popular es (des)considerada como algo menor y por lo tanto de segunda.
La diversidad de expresiones culturales que enriquece a nuestro pueblo y solidifica nuestra identidad nacional se nutre de aquellas expresiones hijas de nuestra historia, nuestra cosmovisión y nuestro proyecto de país.
Y nos referimos a la Argentina como Nación pero también a la Patria Grande Latinoamericana como la gran Nación que nos cobija. Hablar de “cultura nacional” nos refiere a la concepción latinoamericana y latinoamericanista que nuestros padres nos legaron.
La globalización ha agregado un condimento interesante y un debate: ¿enriquecer nuestras expresiones con aquello que aportan otras cosmovisiones o sustituirlas por la superproducción que llega de afuera? Dicho de esta manera, la opción es clara. Sin embargo, la mercantilización de la cultura y la transnacionalización de las expresiones artísticas pueden hacernos caer en una nueva versión de aquel “civilización o barbarie” para imprimir un nuevo sesgo de dominación.
Millones de moscas no pueden equivocarse
La promoción cultural, la gestión de los poderes públicos en el terreno cultural ha caído, muchas veces, en una trampa. “Traer” artistas extranjeros –varios de ellos de dudosa calidad pero con enormes aparatos publicitarios detrás– con gran impacto mediático. Durante 2013, 287 espectáculos traídos del exterior se ubicaron en las carteleras argentinas. No se trata aquí de caer en un chauvinismo estéril: se pretende reflexionar acerca de cuántos de estos artistas aportaron al pensamiento, al desarrollo de nuestra identidad y –en un terreno más materialista– cuántos recursos quedaron para el desarrollo de la cultura nacional y cuántos se fueron como divisas voladoras y cuánto trabajo argentino generaron.
Entonces, ¿promovemos que no vengan artistas extranjeros? ¡De ninguna manera! Sólo alertamos que esas visitas deben estar en un plan que no solamente sirva para que algunos pocos se queden con los recursos de muchos, sino que además sea útil para favorecer y promover a muchos de nuestros artistas que, demasiadas veces, no consiguen formas de proyectar su arte y sus expresiones. Para no confundir masividad con calidad.
Músicos de diversos estilos, actores y actrices, directores, dramaturgos de altísima calidad requieren de políticas que cada vez los proyecten más, y que les abran caminos para el conocimiento público.
En este sentido, tanto la creación del Ministerio de Cultura de la Nación mediante el Decreto 641/2014 como la designación de la compañera Teresa Parodi al frente de la cartera constituyen un conjunto de hechos auspiciosos para el desarrollo de la cultura nacional y popular.
Ciertamente, esto puede ser confrontado con la cultura de elite que mira con recelo y hasta con un poco de desprecio que una cantante popular –más cercana a los festivales populares que a las expresiones “cultas” de los poderosos– pueda ejercer un Ministerio de esa envergadura.
Los trabajadores sostenemos un modelo cultural inclusivo y celebramos esta decisión política, para sostener y acompañar los valores nacionales, profundamente políticos y necesariamente populares.
La Mesa Intersindical de Cultura de la CGT
En 2010 se creó la Mesa Intersindical de Cultura Néstor Kirchner, integrada por compañeros y compañeras secretarios, secretarias y responsables de cultura de los sindicatos afiliados a la CGT, entendiendo que los trabajadores somos protagonistas de todo proceso cultural. De esta manera, se recupera el lugar histórico y protagónico que tuvo al movimiento sindical en favor de que el pueblo trabajador tuviera acceso al derecho social de la cultura.
Los objetivos de la Mesa Intersindical son promover la coordinación de las actividades culturales de las organizaciones, el desarrollo de proyectos de trabajo común y la propuesta de políticas culturales para nuestro pueblo y los trabajadores.
Diversos proyectos se llevaron a cabo desde su creación: el programa Corazón Compañero y Cuando Cantan los Bombos, que favoreció la presencia de artistas populares en diversos eventos de nuestras organizaciones. Pasaron por nuestras salas artistas como Bruno Arias, Yamila Cafrune, Hugo Marcel, Horacio Guarany, Teresa Parodi, Franco Luciani, entre otros.
En 2014, el programa prevé además el desarrollo del Certamen Nelly Omar de canto popular para favorecer la promoción de cantantes solistas procedentes de nuestros sindicatos.
A su vez, la orgánica de la CGT dio su presente en los congresos nacionales de Cultura de San Juan y Resistencia, expresando esta perspectiva común de los trabajadores argentinos sobre el pasado, presente y futuro de la cultura nacional y popular.
La elección del compañero Víctor Santa María, Secretario General del SUTERyH, como Secretario de Cultura, Ciencia y Técnica de la CGT, le dio un nuevo impulso y vinculación a la Mesa Intersindical con el Consejo Directivo de la CGT, favoreciendo y promoviendo la incorporación de nuevas organizaciones sindicales para un trabajo coordinado y eficaz.
Gastón Barral
En enero nos dejó el compañero Gastón Barral, director de cultura de la UOCRA y fundador de la Mesa Intersindical de Cultura.
Músico, actor, cantante, pero sobre todo compañero comprometido con el movimiento de trabajadores, Gastón dejó esta parte del mundo y nos dejó el compromiso de trabajar para promover los valores de nuestra cultura nacional y popular.
Compañero Gastón Barral, presente, ahora y siempre.
El Ministerio de Cultura de La Nación
Opinión: Lito Vitale
Otorgarle a la cultura el rango de Ministerio es un hecho positivo por todos los costados en que se lo vea.
También la muy buena elección de Teresa (Parodi) como Ministra, ya que cumple con un montón de requisitos: es una gran artista, muy culta, con una bajada política clara, maneja información, etc, entre otros atributos. Ella posee todo los que debe tener alguien en ese puesto.
En gran parte, para mí la cultura oficial tiene que cuidar dos aspectos: 1) la posibilidad de darle escena a artistas nuevos o alternativos de trayectoria. 2) que los artistas consagrados presenten eventos especiales para cultura, o sea, que no le ofrezcan al estado el mismo concierto que a un privado, porque para mi así deja de tener sentido la cosa.
En general, cuando se habla de cultura muchos se ponen serios, profundos y buscan bajar línea, y eso esta bien, pero existe otra parte que tiene que ver con el entretenimiento, con la música para bailar y divertirse, y eso también es cultura. Cuando organizo eventos, como los que desarrollo en el marco del Plan Igualdad Cultural y Cultura nación trato de buscar una idea cultural abarcativa. Más allá del gusto personal o la música que uno escuche habitualmente, una acción cultural tiene que ser lo más amplia posible, brindando un espectro de lo que Argentina da en esta materia. Abrir el abanico lo máximo posible. En lo personal, tengo respeto por todos los artistas, y a partir de ahí puedo tender puentes musicales y armar eventos que no tienen que ver necesariamente con mi proyecto personal como músico. Además, creo que la gente festeja la diversidad. Tanto los músicos como los oyentes tenemos la necesidad de no segregar y discriminar propuestas artísticas.
Las Obreras
En 2013, por iniciativa de la Mesa Intersindical de Cultura, se llevó a cabo un convenio entre el Teatro Nacional Cervantes y la CGT, que recogiendo una vieja tradición del movimiento sindical y el teatro, llevó tanto a las salas de gremios de la Ciudad de Buenos Aires como a importantes teatros de Santa Fe, Rosario, Tucumán, Santiago del Estero, San Luis, San Juan y Mendoza, la obra teatral de María Elena Sardi: Las Obreras. Con dirección de Joaquín Bonet y protagonizada por Luisa Kuliok y Mónica Santibañez, estas primeras actrices están acompañadas por un elenco integrado por Karina Iazurlo, María Nydia Ursi-Ducó, Patricia Gil, Susana Giannone, Cali Mallo y Pablo Rodríguez Albi. A su vez, la selección del elenco resultó novedosa, ya que se llevó a cabo una audición con actores y actrices provenientes de los sindicatos afiliados a la CGT.
La obra relata la historia de las trabajadoras cardadoras de lana en Avellaneda en 1904. Ambientada en una fábrica, Las Obreras expone la situación de explotación de las trabajadoras y la irrupción de una delegada sindical rusa para favorecer y promover su organización. Con pinceladas de humor y un trasfondo político, algunas de las escenas recrean –tristemente– muchas de las condiciones de trabajo de explotación y persecución que aún subsisten en nuestros días.
Testimonio de Luisa Kuliok
–¿Qué experiencia ha aportado Las Obreras a su trayectoria como actriz?
–La representación de Las Obreras es un hecho particularmente relevante en mis años de actriz. Su encuadre entroniza la esencia misma del acto de “dar”. Sea en el teatro comercial, en el alternativo o en el teatro oficial, existen los límites propios de cada uno de ellos. En esta aventura maravillosa se han hermanado nuestro Teatro Nacional Cervantes y la Mesa Intersindical de Cultura, y eso significa un camino hacia la conciencia de la imprescindible inclusión. Pero además, Las Obreras es nuestra entrega; plantea las raíces de la indignidad humana, la emoción y la reflexión que ofrece el compromiso en la lucha por el cambio. Los nacimientos hacia el bien, hacia el derecho a la vida entera de cada una de las almas sufridas de este mundo, se logrará entre todos. Nuestra perla es Las Obreras; con ella, mi trabajo de actriz se resignifica en el rol social, ya que, además, la entrada libre y gratuita es un corazón grande para intercambiar y compartir los anhelos, el dolor, las ilusiones, que cada día nuestro ser alienta. Juntos… es la clave.
–¿Cómo evalúa la creación del Ministerio de Cultura de la Nación?
–La creación del Ministerio de Cultura es un hecho histórico que nos enaltece a todos. Es la oportunidad de sumar y crecer en la certeza del valor de cada uno de los seres que habitan un país. El nombramiento inaugural de nuestra querida Teresa Parodi es la expresión más acabada del espíritu que rige esta significativa decisión.
Testimonio de Juan Tangari, Secretario de Cultura del Consejo Directivo Nacional de UPCN
–¿Qué experiencia le aportó Las Obreras desde su lugar de sindicalista y militante nacional?
–Es el producto cultural de visión federal más potente que ha elaborado este modelo de gestión cultural, de interacción y sinergia entre el Estado Nacional (Teatro Nacional Cervantes) y la Mesa Intersindical de Cultura de la CGT. El éxito de la obra radica en variables significativas como la recuperación de la memoria histórica de las luchas sindicales de principios de Siglo XX, el cruce cultural de lo criollo y la inmigración, el arte como herramienta de concientización social y la calidad del trabajo actoral desplegado.
–¿Qué expectativas le genera el flamante Ministerio de Cultura de la Nación?
–Me genera expectativas que resultarán favorables si se profundiza una política cultural de democratización cultural en sentido amplio, en línea con el acceso federal y gratuito de la producción artística, la cooperación con experiencias como Guitarras del Mundo y Las Obreras, y la difusión y producción del pensar americano, el cual no debe confundirse con la discusión política liberal y ausente de sentido patriótico y anti-imperialista.